Sam y Suzy son perfectos, y eso se sabe solo con mirarlos. Se sabe, porque la ves a ella, con sus prismáticos y sus vestidos, y a él, que parece más pequeño, con su traje de Scout, y no se puede negar que algo especial deben de tener. De ser. Los dos, probablemente por separado, pero más todavía los dos juntos.
Y yo digo que quizá el amor, el amor de verdad, tenga mucho que ver con ser un niño. Y Sam y Suzy son el mejor ejemplo de ello. Son el ejemplo de un amor puro, inocente y sincero. Se fugan juntos, aprenden a convivir. Se respetan, y quieren conocerse el uno al otro. Disfrutan de su compañía y prueban cosas nuevas: ya sea bailar en ropa interior en una playa solitaria, que sentarse junto al fuego de noche, mientras ella le lee una de sus historias favoritas, y él escucha mientras fuma en su pipa.
Se necesitan el uno al otro. Con doce años, ya se puede haber tenido tiempo de comprobar que la amistad no es algo sencillo, y que la soledad puede ser dura. Pero si se tienen el uno al otro, no están solos. Y los prejuicios sobran, y no importa lo que digan los demás. Se quieren, y quieren llegar a quererse más y a compartir más tiempo juntos.
Aún están a tiempo de hacer locuras. Están muy lejos del tener que pensarse mucho las cosas por miedo a las consecuencias, o de retrasar la toma de decisiones porque "es muy precipitado" o "es una locura". Ellos pueden cometer locuras, y decisiones sin pensarlas demasiado. Eso no significa que sean precipitadas: así lo sienten, así actúan. ¿Y quién tiene derecho a decirles que lo que sienten no es amor, si están dispuestos a todo por estar juntos, y a sacrificarse el uno por el otro, o preferir morir a vivir el uno sin el otro? Aunque quizá no se entienda mucho lo que de verdad significa morir, da igual.
Sam y Suzy sí saben lo que es ser una buena pareja, y lo que es el amor. De verdad. Y es que el amor tiene mucho de recuperar esa inocencia, aunque nuestra voz adulta a veces nos hable demasiado alto, y tengamos miedo o nos perdamos muchas cosas por pensar demasiado. Pero si tienes a alguien con quien bailar en la playa de forma absurda, el mundo se parece un poco más a Nunca Jamás, y se convierte un lugar mejor.